lunes, 21 de noviembre de 2011

la escultura virreynal

a escultura, al igual que todas las artes, fue introducida al virreinato peruano por la iglesia. La escultura virreinal produjo obras maestras, tanto por las delicadeza y minuciosidad en los detalles, como por la magnifica expresión del conjunto. Se esculpieron, mayormente, imágenes religiosas, para embellecer los altares, en los que predominaba el dorado y la policroma; igualmente, otras estatuas de santos, como aquellas que adornan las fachadas de los templos, a la vez de altares, púlpitos y confesionarios. En todos los casos se empleó mayormente, la madera y excepcionalmente la piedra. La presencia de maestros españoles durante el siglo XVI y principios del XVII consolidó a Lima como importante fuente de producción escultórica.
Baltazar Gavilán. Cristo, siglo XVIII.
Entre las más importantes escultures del virreinato figuran Juan Martínez de Arrona, excelente ebanista especializado en cajonería religiosa. Su obra más importante es la Cajonería de la Catedral (1608) realizada bajo los cánones del renacimiento pues debía armonizar con el estilo de Francisco Becerra, alarife de la catedral. Otro importante escultor fue Pedro de Noguera, autor de la Sillería de la Catedral (1532), acaso la obra escultórica más bella de Lima construida en el siglo XVII. De los talleres del andaluz Juan Martines Montañéz (1568-1649) destaca el retablo del Monasterio de la Concepción (actualmente se encuentra en la Catedral de Lima). Este gran retablo describe en sus relieves la vida San Juan Bautista y fue enviado, desde Sevilla, durante 15 años a la Ciudad de los Reyes (1607-1622).
Otra obra importante es la escultura de Melchor Caffa titulada "El tránsito de Santa Rosa" (1699). De origen maltés, Caffa se educó en Roma, por lo que la obra en honor a la santa peruana posee bastante parecido con la Santa Teresa de Bernini.
En el siglo XVII, ocupa un lugar especial la obra del mestizo Baltazar Gavilán. Con un manejo exquisito del barroco, sus obras imprimen un realismo sin precedentes en la plástica peruana. Destacan La dolorosa realizada para el convento de San Francisco y La Muerte, para la iglesia de San Agustín. De 1.95 m, esta escultura representa el fin de la vida (esqueleto con un arco y flecha en la mano) y según una tradición de Ricardo Palma fue el mismo Gavilán víctima de esta obra, pues, cuenta la leyenda, que tras una pesadilla el autor se levantó y a media luz se encontró con la horrible figura de "La muerte", muriendo de la impresión.

la pintura virreynal

En la etapa inicial del virreinato la pintura recibió, aparte de la evidente influencia española, una determinada influencia italiana, debido a la llegada de muchos artistas de ese país al Perú. El primer italiano en llegar fue el jesuita Bernardo Bitti, quien desde 1575, difundió su obra por todo el virreinato, a pesar de que su taller se encontraba en Lima. Con la llegada de Bitti se produce la época de mayor auge de la influencia del renacimiento italiano en el virreinato. Junto al maestro jesuita Bernardo Bitti destacan, dentro de la corriente italiana llegada al Perú, Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro.
Con los años la influencia del barroco llegó al virreinato peruano con las pinturas encargadas por el convento de Santo Domingo al gran pintor sevillano Miguel Güelles. Sus obras reunidas bajo la serie La muerte de Santo Domingo tuvo un impacto profundo en el medio limeño, pues su naturalismo e idealismo fueron las características comunes en las pinturas locales del siglo XVII. En este siglo la proliferación de aristas españoles propició la apertura de varios talleres no solo en Lima, sino también en las principales ciudades del virreinato peruano. Estos talleres tuvieron en Zurbarán (artista español, 1598-1664) uno de sus principales referentes. Muchos de sus cuadros fueron copiados o sirvieron de molde para nuevas producciones. De igual manera, algunas de sus obras llegaron al Perú y fueron motivo de orgullo y satisfacción para la orden religiosa que lo había encargado (En Lima algunas de sus obras se pueden apreciar en el iglesia de la Buena Muerte).
En el siglo XVII, surgió una pintura mestiza, cuya máxima expresión sin duda se dio en el Cuzco; convirtiéndose así en uno de los referentes pictóricos más importantes del virreinato. La presencia de Bernardo Bitti (1583-1585 y 1596-1598) en el Cuzco tuvo un gran impacto en la plástica cusqueña. Sin embargo, a pesar de que el "movimiento italiano" fue base para muchas de las obras producidas en esta ciudad, lo cierto es que se empezó a dejar elementos y a incorporarse otros propios de la región. En otras palabras, se desarrolló con los años una personalidad y lenguaje diferenciado que sin duda reflejan la personalidad de los pintores (la gran mayoría andinos y mestizos) y también cual era su base de inspiración (fue Rubens el artista predilecto por los talleres cusqueños), dando así lugar al estilo denominado “Escuela cuzqueña de pintura“; que se caracteriza por el colorido brillante y profusa riqueza de los retratos y marcos. Sus principales representantes fueron: Diego Quispe Tito,Basilio de Santa Cruz Pumacallao, Juan Espinoza de los Monteros, Marcos Zapata, Basilio Pacheco; aunque la mayoría de los obras de esta escuela es de artistas anónimos fueron los verdaderos impulsores de la corriente cusqueña pues a su trabajo le añadieron los elementos propios de la cultura local.
Durante el siglo XVIII, Lima continuó produciendo pinturas barrocas de gran influencia hispana. Sin embargo el arte ya no fue exclusividad de la iglesia. La corte virreinal y la nobleza tuvieron acceso a la pintura a través de los retratos. Estas pinturas eran más festivas y con un lenguaje pictórico mucho más profuso que el del siglo anterior. Las pinturas de Cristóbal de Lozano y Cristóbal de Aguilar son las más afamadas, pues retrataron a los virreyes más importantes del siglo de las luces.

arquitectura virreynal

La arquitectura virreinal alcanzó su máxima expresión en la edificación de iglesias, claustros, casas y mansiones señoriales, y en menor medida fortalezas y cuarteles. Su desarrollo fue incentivado fundamentalmente por la actividad religiosa, la cual construyó catedrales, claustros y conventos urbanos y rurales, dispersos por toda su geografía. La mayoría de las iglesias de fines del siglo XVI poseían planta gótico-isabelina con nave alargada y separada por presbiterio o capilla mayor por un gran arco denominado toral. Sin embargo, son pocos los ejemplos de arquitectura del siglo XVI. Algunas casas-patio de Lima y Cuzco, y ciertas iglesias en provincia son la única muestra de las construcciones de aquella época. Del siglo XVI destacan la casa de Jerónimo de Aliaga en Lima, La Merced en Ayacucho, la Iglesia de San Jerónimo en Cuzco y la Asunción en Juli, Puno.
Artículo principal: Barroco Andino
El siglo XVII estuvo marcado por la llegada del barroco. Este estilo arribó al Perú en un momento de gran madurez artística de los alarifes afincados en el Perú. La reinterpretación del estilo y su adaptación al medio local hicieron de la arquitectura virreinal peruana una expresión nueva y original del barroco americano. Mientras el barroco se afianzaba, en el Perú hubo un cambio en la construcción y diseño de las naves. Las iglesias dejarían las plantas isabelinas y se adaptaron a la cruz latina con bóveda de cañón y cúpulas en el crucero. Son ejemplo del barroco San Francisco el viejo, Iglesia de las Trinitarias, Iglesia de La Merced, la Portada del Perdón de la Catedral de Lima, Santo Domingo, San Francisco, Santa Catalina en Cuzco, etc. A este estilo también pertenece el Palacio de Torre Tagle. Otro estilo que tuvo mucha aceptación en el Perú virreinal fue el churrigueresco, ejemplos de esto lo constituyen los templos de San Agustín y San Marcelo en Lima así como los retablos en pan de oro de muchas de las iglesias virreinales del Perú.
Patio del Palacio de Torre Tagle, una casona virreinal en la ciudad de Lima.
En la segunda mitad del siglo XVIII aparece el rococó por influencia francesa, en el virreinato; dejando ejemplos de su estilo, la iglesia de las nazarenas y la Quinta Presa en Lima; la Casa del Almirante en Cuzco, etc. Al final del siglo XVIII surge el estilo arquitectónico neoclásico que tuvo su inspiración en los moldes de la Grecia antigua y la roma imperial. Corresponde a este estilo los retablos de la Catedral de Lima, la fachada de la iglesia de San Pedro, el altar mayor de la Iglesia de San Francisco, etc.
En las ciudades, la vivienda tuvo una fuerte influencia peninsular, especialmente andaluza. Fueron casas de uno o dos pisos, con un zaguán en el ingreso. Usualmente, este zaguán permanecía abierto todo el día pues a él llegaban los vendedores ambulantes o las visitas. Un patio dominaba el ingreso rodeado de los dormitorios y habitaciones principales. En el primer piso se encontraba la sala que usualmente conectaba a un segundo patio y finalmente a la cocina. Muchas casas en Lima tuvieron huertas en las que cultivaban productos de pan llevar. Las casas de dos pisos tuvieron usualmente un balcón cerrado por donde se podía observar la calle. En el siglo XVI y XVII estos balcones poseían celosías, a fines del XVIII y principios del XIX se construyeron bajo los cánones del neoclasicismo y del estilo imperio, imponiéndose el uso de ventanas de guillotina, como se puede apreciar en la Casa de Osambela en Lima. Los balcones de Lima le confirieron a esa ciudad una personalidad propia, ya que en ninguna ciudad americana existieron tantos balcones como en la capital del Virreinato del Perú

literatura virreynal

Las primeras manifestaciones literarias del Perú virreinal recibieron marcada influencia renacentista e italiana, expresada en los depurados modelos grecolatinos en prosa y verso (gusto aristocrático). Luego, el florecimiento de la literatura española entre los siglos XVI y XVII, el llamado siglo de oro, sentaron su influencia sobre las letras peruanas, pero sus características, al fusionarse con el espíritu del Perú colonial, dieron resultados que prestigian a la literatura mestiza.
Los principales representantes fueron:
  • Inca Garcilaso de la Vega, autor de la célebre obra Los comentarios reales de los incas y La florida del inca.
  • Juan Espinosa Medrano, su obra titula Apología a favor de Don Luis de Góngora y Argote.
  • Antonio de León Pinelo, autor de Paraíso en el Nuevo Mundo.
  • Pedro Peralta y Barnuevo, escribió numerosas obras de las que se destaca Lima Fundada.
  • Amarilis, desconocida poeta huanuqueña, que escribiera Epístola a Belardo (dirigida al dramaturgo español Lope de Vega)
  • Diego de Hojeda, autor de La Cristiada.
  • Juan del Valle y Caviedes, autor de Diente del Parnaso.
  • Pedro de Oña, autor de Arauco Domado.
  • Juan de Miramontes y Zuazola, autor de Armas Antárticas.
  • Diego Dávalos Figueroa, autor de Miscelánea Austral.
  • Otros destacables literatos coloniales fueron: Juan Dávalos de Ribera, Sancho de Ribera, Toribio Rodrigues de Mendoza, José Eusebio del Llano Zapata, Pablo de Olavide y José Hipólito Unanue.

el mercurio peruano

Mercurio Peruano fue un periódico bisemanal publicado en Lima entre 1791 y 1795 y que fue ampliamente difundido por gran parte de Hispanoamérica hasta el siglo XIX. Fue editado por un grupo de jóvenes intelectuales pertenecientes a la Sociedad de Amantes del País, entre los que destacaron Hipólito Unanue, José Baquíjano y Carrillo y José Rossi y Rubí. Fue la segunda publicación creada para Lima, pero aún así fue el más importante periódico editado en el Perú.
Ya bajo la época republicana, se editaron otras dos publicaciones con el mismo nombre, aunque con otro cariz:
  • Un diario de tendencia conservadora, publicado en Lima de 1827 a 1834 y de 1839 a 1840, y que tuvo entre sus colaboradores a José María de Pando, Felipe Pardo y Aliaga, José Joaquín de Mora y José Pérez de Vargas.
  • Una revista mensual de ciencias sociales y letras, fundada por Víctor Andrés Belaunde en 1918. Continuó publicándose aún después de la muerte de su fundador y evolucionó desde un liberalismo racionalista hacia un catolicismo pugnaz

la sociedad amantes del pais

La Sociedad Académica de Amantes del País fue fundada en Lima el año de 1790. Uno de sus principales iniciadores fue el milanés José Rossi Rubí, quien al establecerse en Lima (1786) conoció a José María Egaña, Demetrio Guasque e Hipólito Unanue. Luego de comprobar su común interés por las inquietudes intelectuales de la Ilustración, acordaron formar una Academia Filarmónica.
Ante una interrupción de las sesiones, dos años después los miembros renovaron sus tertulias nocturnas, aumentaron su número y decidieron presentar sus disertaciones por escrito. Se constituyó entonces una Sociedad Económica a semejanza de la Vascongada, y de otras que se formaron en España en tiempos de Carlos III.
Solicitaron autorización para editar un periódico destinado a difundir las disertaciones académicas, titulado Mercurio Peruano (1791-1794). El propio virrey Francisco Gil de Taboada, le extendió su aprobación (19 de octubre de 1792), a la vista del "acierto e ilustración de las obras" insertas en sus páginas y "la aceptación general que han merecido", y nombró como su protector al alcalde de corte Juan del Pino Manrique.
Según los estatutos debía componerse de 30 académicos, 21 de ellos de Lima. Para ser socio debían pronunciar un discurso que sería aprobado por mayoría. Al incorporarse, el socio pronunciaba otro discurso. Los censores examinaban las producciones y las aprobaban para su publicación. Las armas de la Sociedad eran una pirámide con la inscripción Patria et inmortalitate.
Fueron sus miembros:
  • José Baquíjano y Carrillo (Cephalio), presidente
  • José Rossi Rubí (Hesperióphilo), vice-presidente
  • Tomás Méndez Lachica (Teagnes), censor
  • Gabriel Moreno, censor
  • Hipólito Unanue (Aristio), secretario
  • José María Egaña (Hermágoras), tesorero
  • Jacinto Calero (Chrisypo), editor
  • Francisco Gómez Laguna (Thimeo)
  • Francisco Romero (Hiparco)
  • Jerónimo Calatayud (Meligario)
  • Ambrosio Cerdán y Pontero (Nerdacio)
  • Joseph Coquette y Fajardo
  • José de Arriz
  • Cayetano Belón
  • Toribio Rodríguez de Mendoza
  • Vicente Morales Duárez
  • José Francisco Arrese
  • Jose Reymundo Alvarez Levano
La sociedad en la actualidad.-
En la actualidad la Sociedad de Amantes del País ha logrado reconstituirse gracias al trabajo continuo de un grupo de destacados profesionales y jóvenes universitarios de la Universidad de LimaPUCPUNMSM,Universidad San Martín y UNI, organizados por el catedrático Dr. Walter Brunke Ríos, actual Presidente de la Sociedad Amantes del País

el real convictorio de san carlos

«Convictorio de San Carlos» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Facultad de Letras y Ciencias Humanas (UNMSM).
El Real Convictorio de San Carlos de Lima fue un colegio mayor creado a finales de la Colonia y que subsistió hasta las primeras décadas del Perú Republicano (ya sin el título de “Real”), desempeñando un importante papel en las luchas ideológicas de su tiempo.
En la epoca colonial.-
En sus inicios, fue creado para servir de residencia para los alumnos de la Universidad de San Marcos, de acuerdo a Real Cédula del 9 de julio de 1769 y el decreto del 15 de junio de1770 del virrey Amat, que fusionaba Colegio Real de San Martín y Colegio Mayor de San Felipe y San Marcos, el primero de los cuales estaba bajo la administración de la expulsada orden jesuita.
Los requisitos necesarios para entrar en él se hacían en función de eliminar a "los que no tuviesen limpieza de Sangre, buena crianza y costumbre", además de estar en la obligación de saber latín y estar matriculado en la Universidad de San Marcos. Su primer rector fue José Lasso y Mogrovejo.
A pesar del empeño que se puso por renovar los estudios y distanciarlos de la enseñanza tradicional, desde temprano se dio en San Carlos una cercanía con el énfasis en la Teología, aplicándose ésta al tratamiento de los problemas cotidianos, lo que le valió la burla de los personajes del Diálogo satírico de los palanganas Veterano y Bisoño.
Durante el periodo colonial no fueron pocas las veces que sufrió intervención, especialmente en las materias de estudio. Los ingresos no fueron problema menor, pues en varias oportunidades se veían privados de las rentas asignadas, alterando su normal desempeño. Esto se dio de manera clara con el Informe (1816) que Toribio Rodríguez de Mendoza como rector hiciera al virrey Joaquín de la Pezuela, ocasionando el cierre del Convictorio (octubre de 1817).
Epoca republicana.-
Su reapertura se dio el 19 de noviembre de 1822 sin ninguna modificación en su plan de estudios mientras que el Reglamento del 26 de octubre de 1826 sólo acentuó el énfasis humanista y jurídico de los cursos, prescindiendo de las ciencias. La novedad la constituyó que el Colegio del Príncipe fue anexado al Convictorio, siendo señalados para sus rentas un fondo del Estado para el pago de 24 becas, el producto de las fincas que le pertenecían, una asignación anual sobre la caja de amortizaciones, las rentas de los desaparecidos Colegio San Pedro Nolasco y Colegio de San Ildefonso, así como las pensiones de los alumnos.
Sin embargo, una resolución del Congreso del 13 de noviembre de 1829 dispuso que continuara rigiendo el plan de estudios imperante en el régimen colonial, derogando el reglamento anterior. A éste siguieron otros decretos:
Durante la década de 1840 tuvo un rol importante en la vida política del país, pues debido a su rector, Bartolomé Herrera, participó en los debates doctrinarios contra el Colegio Guadalupe, que tenían como eje la soberanía del pueblo y el sufragio de los indios. Este debate fue llevado al parlamento siendo Herrera diputado por Lima y Pedro Gálvez, ex-alumno de Herrera y profesor del Guadalupe, diputado por Pataz (7 de noviembre de 1849).
La orientación liberal de San Carlos se acentuaría con el rectorado de José Gálvez(hermano de Pedro y luego héroe del combate del 2 de mayo de 1866), aunque su paso fue fugaz, siendo reemplazado por Antonio Arenas. El nuevo rector provocó un incidente que culminó con la intervención de la Convención Nacional en la revisión de los textos empleados para la enseñanza.
No pasaría mucho para que San Carlos se orientara hacia un liberalismo moderado alejándose de la línea conservadora que lo había distinguido por muchos años. el convictorio funcionó hasta 1866, año en que se convirtió en la Facultad de Humanidades y en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Marcos.

las expediciones cientificas

Los expedicionarios partieron de Cádiz en 1777 y llegaron a Lima en abril de 1778. Durante un período de casi once años recorrieron Perú y Chile, recogiendo especímenes. Recolectaron unas 3.000 especies vegetales, hicieron unos 2500 dibujos botánicos a tamaño natural, y realizaron numerosos envíos de semillas y plantas vivas con destino al Real Jardín Botánico de Madrid. En estos años la expedición sufrió todo tipo de contratiempos, desde la pérdida de material enviado a España debido al naufragio del navío San Pedro de Alcántara en 1784, la desaparición de una parte importante del material en un incendio en la población peruana de Macora en 1785, motines de los dibujantes, desencuentros entre los expedicionarios, principalmente entre Ruiz y Dombey, que desembocarían en la marcha de éste último en 1784. En 1788, el grueso de la expedición volvería a España, mientras en Perú quedaría Tafalla, con el encargo de continuar enviando material, y los pintores Xavier Cortés y José Gabriel Rivera; a éstos se uniría en 1793 el botánico Jose Agustín Manzanilla. Entre 1799 y 1808 herborizaron en el territorio de la Audiencia de Quito (Ecuador), con el objeto de elaborar la Flora Huayaquilensis, descubierto en los archivos de la Real Jardín Botánico de Madrid en 1985 por Dr. Eduardo Estrella y continuaron realizando envíos periódicos de material a España, hasta la muerte de Tafalla en 1811.

la imprenta

Los libros llegaban exclusivamente para la élite de la sociedad: religiosos, funcionarios estatales y algunos profesionales que poseían bibliotecas privadas. La mayor parte de los textos eran de carácter religioso, aunque habían libros de historia y derecho. Éstos llegaban de España y debían vencer la censura de la Iglesia y de la Corona, ya que existía la prohibición de importar aquéllos que atentaran contra la moral de la población.
La publicación de libros escritos en América fue escasa. La primera imprenta del Virreinato del Perú se estableció en Lima en 1584 con el fin de publicar catecismos en castellano, quechua y aimara. El estudio de las lenguas indígenas fue una de las grandes preocupaciones de los religiosos españoles desde el inicio de la Conquista; en 1570 el dominico fray Tomás de San Martín escribió el primer libro de gramática y vocabulario quechua.
Las principales obras publicadas en América fueron los diccionarios en lenguas nativas, entre los que destaca el Vocabulario de la Lengua Aimara, del jesuita Ludovico Bertonio. Éste fue el primer libro impreso en Charcas, en una pequeña imprenta ubicada en el pueblo de Juli, a orillas del lago Titicaca, en el año 1612.